El niño flautista
Ha despertado el niño, y deseando
Las melodías con las que soñó,
Fue a por su amada flauta para poder
Tocar y complacerse bajo un sol,
Que despertando junto con él quiso
Escuchar igualmente el bello canto
De su flauta de oro, conocido,
Por igualar a coros de pájaros.
Ya empezaba a tocar sonriendo el niño,
Mas al soplar, la flauta no sonaba:
E intentó, una, dos, tres y muchas veces
Pero a dar su música negaba:
A los árboles, al sol y a los oídos
Del niño, la hermosa mágica flauta.
Ahora bien, él, excelente gran músico
No supo el por qué y fue a la montaña
A consultar a su sabio maestro
De esta tristeza que le causaba
El silencio de su bien más querida:
Que a coros de pájaros iguala.
Bajo un árbol, radiante de luz de
Oro y plata a su maestro encontró,
El maestro cogió un bermellón fruto
De ella y al niño triste se lo dio.
El niño quiso hablar pero el maestro
Dijo: – Ya sé lo que te ha pasado,
Oh mi querido niño flautista, mira
Este árbol, muchos años de él he cuidado,
Desde que era pequeño ha sido fiel
Amigo, él, el alimento me ha dado,
Yo todas mis melodías a él
Cada mañana amistad he cantado.
Cuando hombres malos cortarlo quisieron
Yo lo he protegido, siendo valiente,
Y ha plagas e inmundicia de los hombres
Me enfrentado, y mantiene a este árbol fuerte,
Mi ciencia, que nació para poder
El esplendor de esta tierra conservar –.
Tenía el niño en su rostro una luz
Y se puso en camino hacia su hogar.
Tomó su flauta mágica de oro,
Le dio calor, la limpió, pidió perdón;
Comprendió toda vida, y para el cielo
Y la tierra una gran belleza, despertó.
S. Chilet
