Quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque
ese hombre sea él. Ese hombre ha sido él, y ahora no le importa. Qué le importa la suerte de aquel
otro, qué le importa la nación de aquel otro, si él, ahora, es nadie. Por eso
no pronuncio la fórmula, por eso dejo que me olviden los días, acostado en la
oscuridad.
El universo es inabarcable para el
entender humano. Fenómenos como su expansión o los agujeros negros o la materia y energía oscura o la velocidad de la luz no deja atónitos y por lo mismo curiosos y con
afán de comprender y descubrir esos secretos que ya se perfilan como imposible.
Aun así el ser humano no duda y no cede. Comprender el universo podría ser
puesto para el científico en el nivel de conocer a dios para un creyente.
El universo se expande y no hay nada
más rápido que la luz dentro de este. Pero el mismo universo podría estar
expandiéndose más rápido que la velocidad de la luz, eso jamás lo sabríamos. Si
suponemos que podemos viajar a la velocidad de la luz y llegar a los confines
del universo. Este se alejaría pues se expande más rápido.
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El aleph, primera letra del alfabeto hebreo y título
del libro donde se publicó la escritura del dios.
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Llegar a la totalidad parece algo para
lo que el ser humano no está destinado dentro del universo. Las filosofías lo
han intentado, el misticismo y la metafísica, buscan conocer ese absoluto.
Ahora que pasa si conociéramos aquello, como sucede en la escritura del dios.
En el cuento, la escritura del dios de
Jorge Luis Borges, el personaje Tzinacán, logra descifrar la escritura del dios
y como elegido pudo leer y entender aquella escritura que se encontraba en las
rayas de un jaguar. el texto dice asi:
Es una fórmula de catorce palabras casuales que
parecen casuales y le bastaría decirlo en voz alta para ser todo poderoso. Es decir para comprender el universo para conocer
a dios. Pero quien a entrevisto el
universo no puede pensar en un hombre y en sus trivialidades.
He aquí la imposibilidad de que el ser humano mortal logre dar con tal hazaña. Y si, como en el cuento de Borges, alguien algún elegido como el personaje principal del cuento pudo, eso jamás lo sabremos. Pues saber lo absoluto va más allá de la cotidianidad de lo que a los seres humanos nos incumbe. Estamos sumergidos todavía en un sobrevivir.
He aquí la imposibilidad de que el ser humano mortal logre dar con tal hazaña. Y si, como en el cuento de Borges, alguien algún elegido como el personaje principal del cuento pudo, eso jamás lo sabremos. Pues saber lo absoluto va más allá de la cotidianidad de lo que a los seres humanos nos incumbe. Estamos sumergidos todavía en un sobrevivir.
La escritura del dios, es una metáfora de
los misterios por describir en el universo, en la tierra y por las muchas teorías
y ecuaciones todavía por formular para lograr explicar la existencia. El
trabajo científico nos acerca cada vez más a una mejor vida. La medicina geriátrica
busca acabar con la muerte, la ciencia tecnología quiere fusionar a las mentes
humanas con mentes, ya hay ciborg entre nosotros, en el campo de la inteligencia
artificial se quiere hacer al hombre un dios terrenal, es decir lograr crear
una inteligencia consciente parecida a nosotros, y aunque muchas maquinas
pueden hacer cálculos extraordinarios, está lejos de parecerse a muestra
complejo sistema cerebral. Esa búsqueda de
la inmortalidad es una muestra de la búsqueda de la totalidad. La nueva evolución
cuando venga querrá hacer al hombre algo parecido al personaje de la escritura
del dios, es decir un todopoderoso que al igual que el dios lleve consigo la características de omnisciente, omnipotente y omnipresente.
Les comparto el cuento de Jorge Luis
Borges, en un vídeo que yo mismo he hecho. La música, es de arvo part. Música y
poesía. Un deleite para los sentidos.