Las lecturas de las
contundentes obras de Paulo Freire (La pedagogía del oprimido, 1970 y educación
y cambio, 1973) han sido lo que más me ha motivado para el ejercicio pedagógico
pues estas obras o pensamientos buscan una sociedad equitativa y participativa,
es decir, más humana. "Educación y Cambio" entiende que el educador
es agente necesario para generar el proceso de cambio.
Paulo Freire (1921-1997) fue uno de los mayores
y más significativos pedagogos del siglo XX. Su principio del diálogo en la
enseñanza iluminaba un camino para la realización del aprendizaje y enseñanza
entre el profesor y los estudiantes. Dice el maestro:
«La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora
tendrá, pues, dos momentos distintos, aunque interrelacionados. El primero, en
el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van
comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una
vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido
y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente
liberación» (Freire, 1970).
Las palabras de Freire me hacen sentido en que pueden ser motores o
motivación de la labor pedagógica, en la línea de que los estudiantes van
desvelando el mundo que, si los oprime o no, estarán preparados para
enfrentarlo y transformarlo y desenvolverse así en la libertad intelectual o
espiritual construyendo así su mundo del conocimiento (sistematizado) y el
mundo de la conciencia (crítica).
Paulo Freire se ocupó de los hombres y mujeres «no
letrados», o sea «los desarrapados del mundo», de aquellos que no podían
construirse un mundo de signos escritos y abrirse otros mundos, entre ellos.
Tomando las creencias de Freire, puedo afirmar que todos somos desarrapados,
algunos más que otros, y que todos o casi todos buscamos construir ese mundo de
signos.
Para el maestro Freire el verdadero acto
educativo no consiste en un mero conocimiento que se transmite, para Freire la
educación es el goce de la construcción de un mundo. Hay quienes no poseen esta
educación dice Freire pues existen en un mundo de opresión que les cuesta
liberarse a pesar de sus talentos y esfuerzos, pero todo el mundo puede
liberarse, por supuesto, algunos obtienen ayuda (estado, fundaciones, etc.)
pero otros lo logran solos.
En el sentido económico, para Freire este
aspecto es una de las causas de la deshumanización, la opresión que genera la
pobreza deshumaniza dice, y afecta tanto al oprimido como al que oprime. Freire
propone al hombre liberándose, humanizándose, el que evita la contradicción
que crea el mundo de la opresión: es decir el oprimido que quiere liberarse
para ser como su opresor. El hombre nuevo en cambio propone formularse el
restaurar la libertad de ambos.
Paulo Freire se opone a la Educación
Bancaria, es decir la educación o el saber visto como un depósito. En esta
concepción bancaria, el sujeto de la educación seria el profesor como principal
protagonista, y el cual de forma tradicional conduce al educando en la memorización
mecánica de los contenidos. Los educandos se convierten
en «recipientes» en los que se «deposita» el saber.
Lo único posible de hacer para los estudiantes es el de archivar estos
conocimientos, dentro de este margen son un objeto más del proceso
educativo de la educación bancaria, en consecuencia, el estudiante
padece pasivamente la acción del educador. Así con mayor facilidad los oprimidos se adaptarán al
mundo opresor y más lejos estarán de transformar la
realidad. La educación bancaria es un instrumento de opresión.
Freire propone entonces una Educación Problematizadora que a través de
un diálogo liberador intenta acabar con la educación bancaria. El sistema
unidireccional propuesto por la «Educación bancaria» es negado para
dar existencia a una comunicación que retroalimenta, y elimina la contradicción
entre educadores y educandos. El educador y educandos entonces se educan entre
sí mientras se establece el diálogo liberador en el cual tiene
lugar el proceso educativo. Con la «Educación Problematizadora»
se apunta claramente hacia la liberación y la independencia,
pues destruye la pasividad del educando y lo incita a
la búsqueda de la transformación de la realidad, en la que opresor y
oprimido encontrarán la liberación humanizándose.
Entonces entendemos que la dialogicidad es la esencia de la educación de
Freire para llegar a la liberación y la práctica de libertad. El diálogo como
fenómeno humano que se da en las palabras (Los hombres se hacen en la palabra,
en el trabajo, en la acción, en la reflexión) debe tener una unión
inquebrantable entre acción y de ahí que decir que el diálogo liberador
transforma el mundo.
Por Sergio Chilet - profesor de historia y geografía - diplomado en gestión del patrimonio cultural.
Por Sergio Chilet - profesor de historia y geografía - diplomado en gestión del patrimonio cultural.