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lunes, 24 de diciembre de 2018

La imposibilidad de la totalidad (La escritura de Dios)


Quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea él. Ese hombre ha sido él, y ahora no le importa. Qué le importa la suerte de aquel otro, qué le importa la nación de aquel otro, si él, ahora, es nadie. Por eso no pronuncio la fórmula, por eso dejo que me olviden los días, acostado en la oscuridad.  

El universo es inabarcable para el entender humano. Fenómenos como su expansión o los agujeros negros o la materia y energía oscura o la velocidad de la luz no deja atónitos y por lo mismo curiosos y con afán de comprender y descubrir esos secretos que ya se perfilan como imposible. Aun así el ser humano no duda y no cede. Comprender el universo podría ser puesto para el científico en el nivel de conocer a dios para un creyente.

El universo se expande y no hay nada más rápido que la luz dentro de este. Pero el mismo universo podría estar expandiéndose más rápido que la velocidad de la luz, eso jamás lo sabríamos. Si suponemos que podemos viajar a la velocidad de la luz y llegar a los confines del universo. Este se alejaría pues se expande más rápido.


El aleph, primera letra del alfabeto hebreo y título del libro donde se publicó la escritura del dios.

Llegar a la totalidad parece algo para lo que el ser humano no está destinado dentro del universo. Las filosofías lo han intentado, el misticismo y la metafísica, buscan conocer ese absoluto. Ahora que pasa si conociéramos aquello, como sucede en la escritura del dios.
En el cuento, la escritura del dios de Jorge Luis Borges, el personaje Tzinacán, logra descifrar la escritura del dios y como elegido pudo leer y entender aquella escritura que se encontraba en las rayas de un jaguar. el texto dice asi:

Es una fórmula de catorce palabras casuales que parecen casuales y le bastaría decirlo en voz alta para ser todo poderoso. Es decir para comprender el universo para conocer a dios. Pero quien a entrevisto el universo no puede pensar en un hombre y en sus trivialidades.

He aquí la imposibilidad de que el ser humano mortal logre dar con tal hazaña. Y si, como en el cuento de Borges, alguien algún elegido como el personaje principal del cuento pudo, eso jamás lo sabremos. Pues saber lo absoluto va más allá de la cotidianidad de lo que a los seres humanos nos incumbe. Estamos sumergidos todavía en un sobrevivir.  

La escritura del dios, es una metáfora de los misterios por describir en el universo, en la tierra y por las muchas teorías y ecuaciones todavía por formular para lograr explicar la existencia. El trabajo científico nos acerca cada vez más a una mejor vida. La medicina geriátrica busca acabar con la muerte, la ciencia tecnología quiere fusionar a las mentes humanas con mentes, ya hay ciborg entre nosotros, en el campo de la inteligencia artificial se quiere hacer al hombre un dios terrenal, es decir lograr crear una inteligencia consciente parecida a nosotros, y aunque muchas maquinas pueden hacer cálculos extraordinarios, está lejos de parecerse a muestra complejo sistema cerebral.  Esa búsqueda de la inmortalidad es una muestra de la búsqueda de la totalidad. La nueva evolución cuando venga querrá hacer al hombre algo parecido al personaje de la escritura del dios, es decir un todopoderoso que al igual que el dios lleve consigo la características de omnisciente, omnipotente y omnipresente.


Les comparto el cuento de Jorge Luis Borges, en un vídeo que yo mismo he hecho. La música, es de arvo part. Música y poesía. Un deleite para los sentidos. 








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La sangre del Dios



Cuando me disponía a tocar el piano, aparté un mueble y vi a una araña que escapaba asustada para volverse a ocultar. No lo sabía, pero aquella araña era una araña madre que había salido de su guarida con la urgencia de cazar para obtener su necesario alimento; además de eso aquella araña llevaba consigo a sus muchas minúsculas crías en el lomo. Antes de que la interrumpiese, ella se desplazaba silenciosa y temerosa entre las sombras, presintiendo a su presa. 

No me importó el hecho de que la araña escapara para volverse a ocultar y desapareciera así de mi vida. Ella ya había creado en mí el reminiscente temor del pasado.

 La araña era realmente grande e imponía una presencia que causaba fobia. Por eso, sin más reflexión, tomé la escoba y le di un inclemente golpe. De repente como en una explosión estelar, las pequeñas arañitas que se encontraban en su lomo salieron esparcidas por todas direcciones, y a pesar de que su madre se retorcía de dolor, las arañitas volvían a ella en busca de refugio. Con más temor aún, yo me puse firme frente a la escoba y a las pequeñas arañas también intenté aplastar. Aunque algunas murieron, otras escaparon a esconderse.  

Cuando acabé de dar escobazos, cogí una pala y procedí a echar en el basurero: a la araña y a sus crías muertas. Después de eso me quedé tranquilo pues la amenaza estaba neutralizada y entre los desperdicios. 

Para olvidar la situación, me apresuré a hacer lo que tenía planeado hacer. Me senté frente al piano e interpreté la sonata número 16 de Mozart, y eso hice por diez minutos. Al concluir, me quedé un rato fantaseando melodías y armonías en el piano. Pero mientras mis dedos hacían músicas melancólicas, yo miraba algo triste el recipiente que albergaba el cadáver de la araña madre.

*

Tiempo después, en una noche de ruidos y de insomnio, donde la luz tenue de la luna llena entraba por mi ventana y me sugería misterios aún por descubrir en mi inconsciente vida, yo pensaba en la araña madre, y recordé que ésta era pariente de las garrapatas, bichos que maté en muchas más cantidad, como hice igualmente con los insectos. Y así fui recordando gradualmente a todos los seres vivos que perecieron ante mis manos o por el solo hecho de mi existencia. Estos pensamientos me ahogaban en un malestar que poco a poco me fatigaba y que  me envolvía en la desesperación; pero me salvé de ello cuando urgido por los insectos aplastados, me empecé a deleitar en mis conocimientos de entomología, imaginando todas las formas de insectos voladores y terrestres: desde la especie de avispa que un día en el tiempo dejó las alas para convertirse en lo que hoy son las hormigas, hasta el insecto palo de Madagascar cuya adaptación con su entorno me sorprende y alegra. Pero también pensaba en las Araneaes: en la araña voladora, en la araña saltadora, en la araña panadera y en la letal viuda negra, rememorando sus formas de ser y de existir en la tierra.

Mientras recordaba los conocimientos adquiridos sobre la enemiga que me causaba pavor, me dije: que criaturas fascinantes y poderosas.

Sumergido en este pensamiento de admiración hacia las Araneaes, intentaba recordar la apariencia de la araña asesinada, y buscaba la razón que sustentaba su muerte: Fue por un miedo infundado. – Me dije atónito, y aunque en mi corazón había remordimiento; seguía buscando una poderosa causa para mi acto. Pero no hallaba razón para justificar esas muertes. Pensamientos que superaban la razón me equiparaban a la araña: en cuanto a nuestra actitud solitaria, y  en cuanto a la noche que tanto disfrutábamos: yo en reflexiones, y ella la solitaria araña en tejer redes para atrapar algo de vida.

*

Intentando comprender mi posición y la del animal, decía: – ¿Quién soy yo para acabar con tu vida…, acaso no somos iguales tú y yo: araña, no somos mismos hijos de un creador, no compartimos el mismo hogar, el mismo instinto por sobrevivir? 

De súbito, en mi imaginación, escuché a la araña muerta responder mis preguntas angustiantes: – Sí, – afirmaba ella – somos iguales tú y yo, y tenemos la misma sangre del dios.  Estupefacto le dije: – Perdóname, araña, por lo que te hice y por lo que le hice a tus crías que no pudieron trazar sus telas, que no pudieron dar su música y ordenar su mundo. –  y ella dijo: Yo perdono tu locura incontrolable, pero no sé si mis hijas lo harán. Al escuchar esto sentí un tremebundo escalofrío: ¿Será qué las pequeñas arañitas que sobrevivieron a los escobazos buscarán venganza? Me parecía absurdo pensar todo esto pero era lo que llenaba mi mente.  – Sin embargo, – me seguía diciendo en mi pensamiento: – ¿no será mejor lamentarse de los animales que el hombre está a punto de extinguir o los que ya se extinguieron, en vez de las arañas que habitan en cantidad ingente en muchas partes del mundo, no habrá que lamentarse por el tigre en peligro de extinción, cuya muerte es deseada por diversión, cuyo magnífico rostro desaparece cada vez más de las selvas, cuya sangre de dios es derramada. No será mejor cuidar a esos animales que a las espeluznantes arañas?

De repente, sin darme cuenta, por estar inmerso en mis pensamientos, una araña similar a la araña madre, pero de menor medida, saltó en mi brazo derecho, caminó hacia mi mano y se quedó en la parte dorsal; yo solo me di cuenta cuando la araña ya estaba ahí en mi mano, pero al contrario de lo que puedan pensar, yo no atiné a sacarme de un tirón a la pequeña araña del brazo como lo haría cualquier miembro de mi familia por la fobia que le tienen a estos bichos, al contrario, simplemente, me quedé observando sus muchos pequeños negros ojos. Yo sabía que aquella araña es de las más peligrosas que habitan en esta región, pero no me sacaba a la araña de la mano; yo veía a la araña apuntando sus pequeños y filudos colmillos en mi dilatada vena, pero no me la sacaba de la mano. Solo miraba sus ojos, sus cuatro pares de ojos, mejor dicho sus ocelos: que son partes fotoreceptoras de su anatomía que le ayudan a darle una visión del mundo, aunque una pobre visión. Pero con ellas, la araña ejercía un gran poder sobre mí: era como si me estuviera hipnotizando con esos ocelos. 

Durante el tiempo en que la araña estuvo en mi mano, recordé un episodio de mi niñez que había mantenido apagado en mi memoria. Este recuerdo involucraba también a las araneaes y daba sustento a la fobia que mi familia les tenía a las arañas.

El recuerdo dice así: Sucedió hace casi diez años, cuando mi madre y padre decidieron, para beneficio de la economía familiar no salir de vacaciones ese año. Yo y mis hermanos por supuesto no estuvimos de acuerdo y sentimos el fastidioso tedio de pasar las vacaciones en casa; y aunque a veces solíamos divertirnos haciendo competencias y saliendo a explorar, no era lo mismo que estar en los amplios terrenos de las playas del sur y los campos de la abuela, corriendo detrás de sus animales. A pesar de todo nos divertíamos en las aventuras por los rincones del gris barrio. Pero yo tenía, a parte, otras entretenciones.  

Prefería muchas veces quedarme en casa leyendo pesados libros, pues hallaba allí valiosos conocimientos. (De las cuales dicen que no es factible que un niño de apenas 10 años pueda entender, pero yo si entendía, y me alegraba esa dicha de querer saber y de poder entender.) Sí, la historia, la filosofía, la anatomía, la medicina, las ciencias naturales de esos pesados libros, de esas enciclopedias eran mías.

Las horas pasaron en mis estudios, cuando vi a una pequeñísima araña que en una esquina de mi habitación iniciaba la construcción de su hogar. La araña se encontraba en la faena de erigir su tela, y me quedé interesado observando. Aunque sabía que debía matar a la pequeña araña, pues eso se me había enseñado, yo no lo hice, y dejé que construyera su trampa mortal, pues me cautivó el hecho de observar con interés científico al animal.

Cada día la arañita expandía más su tela de araña que era invisible ante mis ojos. Cuando terminaba su labor del día, aquella cazadora se quedaba inmóvil, colgando en su tela, esperando que cayera allí su alimento. Pero como no lograba este objetivo, expandía cada vez más y más su tela para aumentar sus probabilidades de caza. Sin embargo desde que la observé iniciar su hogar, yo no vi nunca caer un insecto en su tela. 

Dos semanas ya habían pasado, y la araña se mantenía inmóvil colgando en el aire, y yo iba perdiendo el interés, incluso pensé en deshacerme de la araña. Pero sentí lástima por ella y fui compasivo, dado que se precipitaba hacia la inanición. Durante un mes estuve alimentando al arácnido. Casaba polillas, moscas y otros raros insectos voladores de los que no conocía sus nombres, los guardaba en un frasquito y cada día se los arrojaba a la pequeña araña. A veces ella no quería comer y no se movía, pero otras veces comía el doble, por eso en dos meses ya estaba bastante grande. 

Durante todo ese tiempo en que la estuve alimentando yo me fui encariñando con la araña, y me gustaba pensar que aquel animal me reconocía a mí como su cuidador, amigo y amo. Yo tenía la certeza de que lo que hacía estaba bien, y de que nada malo podía suceder con mi acción. Pero lo que nunca quise pensar que pasara un día pasó: Mi hermano pequeño fue picado por mi araña; y su letal veneno acabó con su vida. Esto plasmó en mí: el odio y el pavor hacia las arañas.

*

Este recuerdo y su certeza encolerizaron mi corazón y nubló mi pensamiento. La araña captó este cambio repentino en mí, y yo la observé ponerse en guardia dispuesta a dar su mordida. Cuando ya acercaba la mano para cobrar venganza: una poderosa luz me encegueció y vi aparecer la imagen de mi hermano y le escuché decir: - “La Araña hija, la araña madre, la araña tejedora, la araña cazadora, divino soportes del mundo son. Realmente en la vida existen creaciones supremas, ¡oh araña!, tú, una de las criaturas que diríamos más insignificantes del planeta, no lo eres. Una vida hoy está en tus manos, en tus colmillos, en tu instinto. Una vida de ti depende, como la vida de un pequeño depende de su madre y de su padre, como la vida del prisionero depende de su captor, como la vida de un hombre en el fragor de la batalla depende de otro hombre, como la vida entera del mundo depende del calor del sol, así la vida de mi hermano depende de ti, ¡oh!, pequeña y perfecta araña. Araña, en el mundo donde están, el hombre que aprendía del animal y sabía cuidar de ellas, hoy es un amo que esclaviza, tortura y extingue. Pero mira, el ser más despiadado es capaz de perdonar la vida o de dar la misma e incluso ese ser malvado puede cambiar. El ser humano y su cuerpo y alma es impredecible: ¿cómo explicar una repentina aparición de cáncer en un cuerpo joven y sano?, o ¿por qué un asesino se apiada de un inerme niño después de matar con sanguinario odio? él no lo puede explicar, pero tú y yo sí. Como el universo en definitiva es el hombre: oscuro y luminoso, enigmático, bello y terrible. Araña, le enseñaron tu peligrosidad e inventaron contaminantes gases para exterminarte de las casas. Arañita, bella araña, pronto ya no se evitaran por el miedo, pronto vivirán en paz, sin picarse, sin aplastarse, bajo el techo del dios, el dios que está en ti y en él: en la sangre.”

                                           fin 




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la belleza de la mirada







Los ojos que debe amar todo poeta ella las tiene,
Ella, tiene el color de bellas selvas vírgenes así ella viene,
Con primavera y muy sensual silueta
Y con su magia alegre
Que me hace florecer desiertos vírgenes,
Y un sol solemne.


Para alguien como yo
Ella suena a bendición
Y a sabor de aventuras
Yo voy a ir detrás de la luz de sus ojos
Y dejaré mi soledad.
Para alguien como yo
Ella suena a bendición
Y a sabor de aventuras
Yo voy a ir detrás de la luz de sus ojos
Y dejaré mi soledad.


Su gentil sonrisa trae la brisa
De mi juventud,
Ella trae los diamantes en su gran abismo
De luz y salud,
Ella me trae paz
Ella me trae fuerza
Me da su futuro
Yo voy a ir de tras de ella
Y le seré fiel a su amor

Para alguien como yo
Ella suena a bendición
Y a sabor de aventuras
Yo voy a ir detrás de la luz de sus ojos
Y dejaré mi soledad.
Para alguien como yo
Ella suena a bendición
Y a sabor de aventuras
Yo voy a ir detrás de la luz de sus ojos
Y dejaré mi soledad

Con primavera y muy sensual silueta
Y con su magia alegre,
Que me hace florecer desiertos vírgenes,
Y un sol solemne.


Para alguien como yo
Ella suena a bendición
Y a sabor de aventuras
Yo voy a ir detrás de la luz de sus ojos
Y dejaré mi soledad.


Para alguien como yo
Ella suena a bendición
Y a sabor de aventuras
Yo voy a ir detrás de la luz de sus ojos
Y dejaré mi soledad.



Poema dedicado a la belleza de la mirada. Es bien sabido que el amor o lo que entendemos por amor en el sentido biológico empieza con la mirada. Así pues son los ojos y su expresión lo que muchas veces dan paso a una relación romántica. Este poema lo expresa claramente. Con primavera y muy sensual silueta Y con su magia alegre Que me hace florecer desiertos vírgenes, Y un sol solemne. 



Se evidencia en estos versos lo que una mirada provoca en el poeta. esto lo lleva ha: ir detrás de la luz de sus ojos Y dejar su soledad.



este poema esta musicalizado por lo mismo pronto lo compartiré en este bloc.

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Gabriela Mistral y las implicancias de ser artista









Decálogo del artista

Que implica ser artista,  Gabriela mistral lo define en su decálogo del artista en una serie de diez sentencias que analizaremos uno por uno. Este análisis pretende ser muy personal y en cierta forma objetivo en relación a las palabras de los versos.


I. Amarás la belleza, que es la sombra de Dios sobre el Universo. 

La belleza, es un concepto que se define como la cualidad que una persona animal o cosa capaz de provocar placer sensorial, intelectual o espiritual. Así pues decimos que algo es bello sin guarda en su conjunto características  que pueden provocar placer. La belleza primero es material y después si se quiere divina.


II. No hay arte ateo. Aunque no ames al Creador, lo afirmarás creando a su semejanza. 

Se dice que un bate es un pequeño dios, así el músico y el poeta, o el dramaturgo son pues dioses de sus mundo,  puede ser un ateo un gran escritor de mundos fantásticos y dentro de su creación concebir un ateo que no crea en su creador que es el mismo.

III. No darás la belleza como cebo para los sentidos, sino como el natural alimento del alma. 

Un artista mucha veces esta carente de inspiración, pero la inspiración no es más que un pequeño impulso que solo su capacidad de trabajo y estudio hacen del artista un gran artista. Cuando no hay inspiración en el artista este lo busca en las obras de otros artistas así pues alimenta su alma, que una vez bien nutrido dará como fruto sus propias obras.

IV. No te será pretexto para la lujuria ni para la vanidad, sino ejercicio divino. 

Muchas veces cuando se está en proceso de creación de una obra artista. Para el artista ese momento parece un instante bellamente eterno, repleta de satisfacción y felicidad. Y es así que muchas veces se le confía y se le agradece a la musa divida el fructífero trabajo.

V. No la buscarás en las ferias ni llevarás tu obra a ellas, porque la Belleza es virgen, y la que está en las ferias no es Ella. 

Nada más bello que ver tu obra terminada. Igualmente nada más bello que una isla virgen que al momento de dejar de serlo se llena de los desperdicios de los visitantes. Cuando un artista ha terminado su obra, le parece hermoso su esfuerzo, aún así una vez compartido con el mundo, este no puede evitar ensuciarlo con su juicio.

VI. Subirá de tu corazón a tu canto y te habrá purificado a ti el primero. 

VII. Tu belleza se llamará también misericordia, y consolará el corazón de los hombres. 

VIII. Darás tu obra como se da un hijo: restando sangre de tu corazón. 

IX. No te será la belleza opio adormecedor, sino vino generoso que te encienda para la acción, pues si dejas de ser hombre o mujer, dejarás de ser artista. 

X. De toda creación saldrás con vergüenza, porque fue inferior a tu sueño, e inferior a ese sueño maravilloso de Dios, que es la Naturaleza.

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