El concepto de libertad está tan presente en el actuar y los pensamientos del hombre que podemos engañarnos a
nosotros mismo y decir que nacemos libres. Pero lo cierto es que no nacemos
libres, la libertad como un don o una predisposición es algo la cual tenemos
que cultivar. Dentro del mundo natural
la libertad humana no existe, dado que desde que nacemos somos seres
dependientes de nuestros padres, nuestras vidas solo puede desarrollarse
gracias al cuidado que seres que han conquistado la libertad. Y esta libertad
se encuentra en el mundo histórico creado por el hombre.
Pero dentro de este
mundo, nada es seguro en la vida de un hombre y de una mujer, de un momento a
otro puede ocurrirnos sucesos que no teníamos previsto. Un pequeño corte en la
mano puede significar, si no se trata a tiempo, una infección que comprometa la
utilidad de esa mano, o la parsimonia en tus actos puede ser detectado como
pereza por parte de tus colegas en un grupo de trabajo quedando así fuera de
él. Esta imprevisibilidad pesa sobre nosotros como el mundo pesa sobre el Titán
Atlas, pero esto mismo es lo que hace de la vida una aventura y le da forma a
nuestro mundo humano. Esta imprevisivilidad se extiende a las redes de la
sociedad, también ahí, este hecho afecta a la realidad humana: la economía, la
política están atados a esta contingencia, de ahí la corrupción, de ahí la
especulación. Pues no existe oráculo que nos pueda dar una afirmación
exacta de cómo actuará una sociedad o un hombre frente a una crisis, dada la
singularidad mental de cada persona.
En el mundo natural,
en cambio, existen fenómenos "predecibles". Nuestro paso de este
mundo al mundo de la historia donde vivimos o queremos vivir bajo los mandatos
del logos, nos ha puesto en conflicto frente a esta dualidad de la realidad a
la cual pertenecemos. En nuestro mundo físico ocurren hechos predecibles y esto
es propios de la ciencia (un
cuerpo necesariamente cae hacia abajo, ninguno cae hacia arriba), pero en el
mundo del hombre histórico, son las humanidades las que intentan dar con un
claro perfil de la singularidad de nuestra especie.
Como no nos es
posible prescribir lo que sucederá, decimos que estamos condenados a ser libres,
libres en nuestro mundo histórico, si se quiere ver la libertad en un plano
objetivo y materialista podemos decir que muchos hombres no son libres. En el
siglo XIX había esclavos y estos no eran
considerados libres. Y hoy en día muchos otros hombres están sumidos en otra
clase de esclavitud, desde drogas, laborales, económicas, psíquicas etc. Pero la libertad sigue siendo el motor de creación
en un hombre ideado en la mete del ser humano y efectivamente, el concepto de
libertad inherente a la naturaleza humana reafirma el hecho de ser seres
contingentes, imprevisibles, indeterminados en nuestra propia historia o
proceso histórico que está atado a la incertidumbre, pues la historia lo hace
el hombre histórico.